Mientras en América Latina, la generación que hoy frisa los sesenta, gastó buena parte de sus imaginarios intentando hacer revoluciones tipo Mao o Che Guevara, en un reducto de América del Norte, en el valle del Saint-Laurent, unos hijos de inmigrantes franceses, lograron la cuadratura del círculo: hicieron una revolución tranquila.
En Junio de 1960, el liberal Jean Lasage, gana las elecciones en el Canadá francés, que hasta entonces era gobernado por una alianza conservadora de propietarios, burócratas anglófonos y la todopoderosa Iglesia Católica.
Es el tiempo del cambio, según el slogan del partido liberal, representante de la mayoría francófona. El fin de la « gran oscuridad » y del laisser-faire duplessista, señalaría un reportero de Toronto que sólo unos días después de la elección hablaría de la « Quiet Revolution », para referirse al cambio que en adelante se continuaría llamando « Révolution tranquille». La transformación de « Quebecers» (en inglés), en « Québécois», en apariencia simple, era mucho más que una sutiliza del lenguaje. El idioma terminaría siendo la base de identidad para cohesionar y transformar la sociedad y auto reconocerse como nación franco parlante en las entrañas de una Norteamérica anglófona.
El acto significó políticamente la entrada a la modernidad, asumiendo una Carta de Derechos y Libertades absolutamente liberal, solidaria y democrática que condujo la secularización de la sociedad.
La iglesia católica con el monopolio Dios, se inmiscuía hasta en lo más íntimo de la vida privada de la gente, atándolas a una sociedad confesional y mojigata. La rebelión fue una respuesta liberal y anticlerical que separó Iglesia y Estado, eliminando todos los símbolos religiosos de los espacios públicos, abriendo la senda a una nueva ética laica.
Económicamente un nuevo Estado Providencia, revitalizado con la nacionalización de sectores estratégicos como la energía, hasta entonces propiedad de los anglos, brindaría una verdadera seguridad democrática a todos los ciudadanos.
Educación básica, gratuita y obligatoria. Créditos-becas para la universidad. Cobertura en salud universal y gratuita. Vivienda, mediante cooperativas a quienes no pueden acceder al sistema convencional. Eliminación de la pobreza garantizando un ingreso mínimo por persona 8 veces mayor que los 2 dólares diarios que define la pobreza en el resto del mundo. Cuarenta y nueve años después de su Revolución Tranquila, mientras América Latina no avanzó en su discusión, un Québec moderno debate hoy sobre el futuro del planeta y cómo ser más tolerantes en una sociedad abierta.
La Comisión gubernamental Boucher-Taylor de « acomodamientos razonables» recorrió todo el país durante 2007, en un evento democrático sin precedentes, para escuchar opiniones sobre cómo debe acomodarse la sociedad y el establecimiento a la realidad de los diferentes tipos de migraciones.
Vivir en una sociedad de comunidades multiétnicas con más poder o más cosmopolita y abierta, donde inmigrantes y lugareños sean cada vez más ciudadanos del mundo, son los nuevos desafíos de esta revolución.
Semejantes apuestas, mientras Venezuela soporta un díscolo, y Colombia un « mama santo» que hace guerra mientras niega un conflicto que desangra el campo. Conflicto que el no menos vacuo de Don Manuel, cree que se originó en el despojo de sus gallinitas y puerquitos.
mardi 6 mai 2008
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