vendredi 23 mai 2008

REBUSQUE Y POBREZA

La semana pasada, mi amiga Claudette quien me ayuda corrigiendo textos de un proyecto que escribo en francés, interesada por las cuestiones del desarrollo del tercer mundo, me cuestionaba sobre el porqué de la pobreza en esa Latinoamérica al parecer alejada de la mano de Dios y gobernada por muchos sujetos extravagantes.


Como aquí en Canadá el desempleo en su mayoría es un particular desempleo de rotación de la demanda en torno a los puestos ofrecidos, determinado por un pequeño desajuste entre ésta y la oferta de trabajo debido por ejemplo, a cambios en la ocupación o estatus de la persona, búsqueda de mejores condiciones laborales, mayores ingresos, mas tiempo libre (muchos contratos suponen menos de 40 horas semanales de labor), etc. Y como no existen grandes diferencias entre oferta y demanda de trabajo, mi amiga se preguntaba si en el sur la situación es igual.

Cuando le digo que en Colombia las personas ocupadas en la economía formal, no alcanzan el 40% del total de los que deberían estar ocupados, no comprende y me repregunta qué cómo vive el resto. Se me ocurre decirle que exceptuando una minoría que no quiere ocuparse, más del 60% restante vive gracias a que desarrollaron una estrategia desconocida por acá: «el rebusque».

El rebusque se puede definir como una actividad que procura dinero o activos para por lo menos atenuar el hambre y la subsistencia. En ausencia de un trabajo en la economía formal, la pobreza obliga peligrosamente a hacer “cualquier cosa”. Obviamente el ingreso es precario. El rebusque no permite el ahorro y normalmente ni siquiera alcanza a cubrir las necesidades mínimas del consumo diario. Los dos dólares diarios que en promedio alcanzan los rebuscadores, sólo sirven a las estadísticas oficiales para que los pobres no se confundan con los miserables.

El ingreso del rebusque se deriva de actividades ocasionales -que paradójicamente no lo son-, ya que por cuenta de la condición estructural del problema del desempleo en Colombia, el rebuscador día a día, debe repetir su faena, no siempre exitosa, en espera de la quimera de la vinculación a la economía formal, milagro que no llega.

En Canadá y en particular en Québec, por el contrario, la mayoría de las personas en edad de hacerlo, están ocupadas en trabajos remunerados o tienen empleo pero están ausentes de sus puestos de trabajo por enfermedad, huelga, vacaciones o porque el patrón les notificó que ese día no habría trabajo (situación nada extraña en algunos sectores de la economía, así como la inversa de trabajo de horas extra).

También hay una población inactiva de personas que estando en edad de trabajar no lo hacen por que son estudiantes o se recalifican (tal es el caso de los inmigrantes recién llegados), son jubilados o personas muy enfermas para trabajar. Pero todas protegidas por el estado.

Según el consenso de los expertos en el tema, en Colombia ese 60% y más de la población que está en la informalidad, además está condena a no gozar de un sistema de seguridad y asistencia en salud, en pensiones de jubilación y a sufrir el estrés que significa no tener verdaderos empleos, ni autonomía, ni verdadera seguridad del estado.

No es que en Canadá no haya desempleo. Si lo hay, pero el estado brinda El Chômage (subsidio de desempleo), Ayuda Social u otras subvenciones, para soportar el impacto. Esa es la diferencia entre una sociedad democrática, donde sus ciudadanos cuentan con una verdadera política publica de empleo y otra donde no.

mardi 6 mai 2008

BÉNÉVOLES

Los 25.000 bénévoles (voluntarios) que participan en las más de 500 organizaciones filantrópicas que existen en Sherbrooke, una ciudad de sólo 150.000 habitantes en el sureste de Québec, son una significativa muestra de ese poder de la solidaridad, incomprensible en otros escenarios y para otras personas regidas por modelos distintos.

Con orgullo, se presentan los interesados en la semana del Voluntariado que se desarrolló en el Québec del 27 de abril al 3 de mayo. Sobre el tema, el Ministro del empleo y de la solidaridad social de la provincia, Sam Hamad señalaba que cada año cerca de 2 millones de quebequenses consagran 300 millones de horas de trabajo voluntario al seno de sus comunidades, con el fin de mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, sin buscar retribución económica alguna.

Una de las heroínas y homenajeadas de la jornada es Julienne Robidoux quien desde hace 25 años se implica como voluntaria en el Partage Saint-Francois. Mi hija Paula la conoció cuando laboraban juntas y dice que Julienne a sus 85 años cumple con sus 35 horas semanales con lujo de competencias. La gente que labora como voluntaria más que trabajar, se implica, que es el verbo que se utiliza.

Este movimiento de organizaciones filantrópicas, sin ánimo de lucro comprende la más variada gama de instituciones. Existen desde los increíbles “narices rojas”, que para la época de navidad y fin de año manejan por ti, si reportas tu incapacidad para conducir luego de haber ingerido licor, hasta diversa gama de auxiliadores en prevención del suicidio o de las más variadas formas de cáncer. Todas privadas, conformadas por personas como su vecino, usted o yo, que se ocupan del asunto si recibir “nada”, para que el cliente no pague el servicio.

Su interlocución con el estado es tan fuerte, que el año anterior, cuando el alcalde presentó ad referéndum el plan de ordenamiento territorial que redefinía el uso el suelo, la Coalición de Sherbrooke de ONG le apostó al NO por considerar que el plan no era sostenible y sustentable en el largo plazo. El Alcalde perdió, el plan fue devuelto al concejo municipal que lo había aprobado.

El espacio de estas formas de capital social es tan amplio que otra coalición -así se organizan cuando el objetivo rebasa las posibilidades de una sola entidad-, por la libertad de educación, convocó para el pasado 3 de mayo una marcha en contra del hecho de que el gobierno, según su visión, imponga un curso que abordará la enseñanza de credos como el cristianismo, judaísmo, islamismo, budismo, hinduismo y otros movimientos, a diferencia del curso de moral y religiosidad que, en sentido general, se dicta hoy: amanecerá y veremos.

Este paradigma de la implicación voluntaria en un proyecto de beneficio social contradice en algo la teoría clásica del “interés individual”, que considera que los agentes económicos desarrollan sus actividades basadas o motivadas por el “egoísmo” que guía la acción humana a obtener “mezquinos” beneficios individuales.

El paradigma del capital social, por el contrario considera que en las decisiones de las personas no sólo opera la mezquindad demoníaca del insaciable interés por bienes y servicios; sino también una angelical búsqueda de otro tipo de bienes, socio-emocionales, que están ahí latentes en todas nuestras decisiones, en la vida: una y una.

"FRÌA" Y ÉTICA DEL TRABAJO



Finalmente en esta tercera semana de Abril entró la primavera a Québec. Ya era bueno, prácticamente el invierno había comenzado en Noviembre. Con el cambio, los quebequenses modifican sus hábitos: cambian la pala de la nieve, por el rastrillo de la jardinería. Eso es lo que se ve por las mañanas en los frentes de las casas de Sherbrooke. Esta sociedad no se le raja al trabajo, forma parte de su identidad.

Mientras los anglos del otro Canadá desconfían de su cierto “toque” latino que los pone a suspirar por la salsa, el Caribe y la comida picante, muchos latinos que reconocen los quebequenses como liberales, industriosos y solidarios, permanecen con el prejuicio de que son “cuadriculados” y parecidos al estereotipo gringo.

La gran diferencia que uno puede encontrar entre este norte y nuestro sur, tal vez esta ligada a la ética del trabajo y a su valoración. Aquí la posibilidad de esperar que otro haga por uno las cosas que uno debe hacer, no cabe. Esta no es tierra para atenidos. Aquí no hay siervos, ni esclavos modernos que por ciento cincuenta dólares al mes -el salario mínimo de dos días-, te hagan los oficios domésticos.

La sociedad está organizada de manera tal que cada uno -recordemos que es una sociedad liberal-, debe resolver los problemas por si mismo. Los niños desde bien temprano aprenden esta lección y van solos a la escuela, aun cuando obviamente existen voluntarios como los Brigadieres Escolarse (personas mayores), que ayudan al estado en la tarea. Igualmente, por ejemplo, aprenden a abrigarse en forma debida, comer verduras insustituibles en el frío y conocen bien como es la naturaleza de su hábitat.

La nieve, excusa fácil para romper el hielo en conversaciones cotidianas, forma parte no solo del paisaje, sino que forja el carácter. El invierno es temporada de juegos: jockey, esquí, raqueta, patinaje, etc. A los niños les fascina –no cabe la posibilidad de queja por las nevadas-. El servicio de información meteorológico ayuda, las tormentas son predecibles. La nieve hay que limpiarla y punto. La municipalidad hace una parte y la otra es un problema doméstico, que toca resolver con agrado: paleando, como en un divertimento.

La sociedad aprendió que las condiciones adversas -por ejemplo, vivir bajo días de invierno de hasta menos cuarenta grados-, sólo se superan trabajando duro. Si no lo hubieron hecho así no tendrían este país maravilloso. Aquí no caben discursos contra el determinismo. Hoy creo que la natura en algo contribuyó a dotar a la sociedad de una lógica de que nada es gratuito, que todo cuesta.

El desempleo en su mayoría es voluntario y existe una especie de pobreza voluntaria, en la que vive una minoría que confunde los programas temporales de ayuda, con una forma de vida. Eso si, sus condiciones son ocho veces mejor que los estándares de medición de la pobreza que maneja la economía. En esta nación, reconocida como tal por la constitución canadiense, el trabajo es el gran motor de la prosperidad.

Pero cuando el termómetro remonta el cero y los días como hoy 17 de abril, llega hasta veintiún grados soleado, la gente literalmente comienza a despojarse de la ropa en agradecimiento a una natura que asimismo les enseña el goce. Entonces el calor y “la fría” (la bière), paradójicamente, también entran a formar parte de la identidad de la gente del país de las noches blancas.

CHOQUE CULTURAL Y GHETTO


Indudablemente emigrar es morir un poco. Casi nunca la migración es voluntaria, en muchos casos la decisión está acompañada de razones inconfesables, por lo que el asunto no se nombra. Pero aún en la migración voluntaria, se me ocurre, que también hay un poco de razones secretas que jamás se conocerán a menos que uno lo quiera.

Migrar es someterse por lo menos a dos grandes quiebres, el primero, la salida del país dejando allá buena parte de lo que hemos sido: status, empleo, familias, amigos, rutinas, etc., es una especie de ruptura con el pasado, con una etapa de la vida, para someternos inmediatamente a lo desconocido, una ruptura de desfloración cultural, en un nuevo contexto.

El denominado choque cultural explica bien esta situación cuando describe esa ansiedad o sensación de sorpresa, desorientación, confusión, a las que se ven sometidas los recién llegados durante el proceso de integración a una nueva cultura.

El choque produce malestares en el inmigrante, que se caracterizan por cambios en el estado de ánimo que van desde la tristeza o soledad, hasta la somatización de la melancolía en dolores musculares, alergias o insomnio, pasando por modificaciones del humor, depresión, vulnerabilidad, inseguridad o pérdida de la autoestima.

La teoría del choque cultural considera por lo menos cuatro fases en el estado de ánimo del inmigrante durante el proceso de adaptación: La luna de miel (recién se desembarca), que es un corto periodo donde las diferencias entre la nueva y vieja cultura son vistas con color de rosa. A esta etapa le sigue la crisis, el desencanto cuando se evidencia que no es tan fácil, ni rápido encajar en el nuevo contexto. Finalmente se entra en una fase de toma de conciencia de la nueva realidad. Esta etapa a su vez puede llevar a la persona a tres posibilidades. A ser más “papista que el papa”. A integrarse a la nueva sociedad, lo que sería ideal. A renunciar -de diversas formas-, a vivir en el nuevo país.

En este último caso existe el peligro de marchar al ghetto. Horrible lugar que describe el auto-confinamiento idiomático, cultural y físico, por ejemplo de chinos, latinos, eslavos, etc., cada uno separado de los otros inmigrantes y de la sociedad que los acoge.

El ghetto es una especie de cárcel virtual para inmigrantes “de segunda”, donde no se requiere conocer la nueva cultura o hablar el nuevo idioma, pero que paradójicamente, y a veces sin darnos cuenta, se toma como la gran opción “libre” del recién llegado, que con ello se autoexcluye.

En el Québec por ejemplo, a pesar de ser una provincia con una generosa política de inmigración, también se escuchan opiniones como: “El francés es muy difícil de aprender, por eso no lo estudio”, “me voy para Alberta para tener éxito, allá todo es más fácil”, “aquí hay racismo”, “eso no esta permitido para los inmigrantes”, “no participo, eso es una rosca” etc. En el fondo, la mayoría de éstas afirmaciones no son mas que la renuncia a la integración y la opción por el ghetto.

Corresponde a los inmigrantes latinos, especialmente colombianos, antes que marchar al ghetto, pensar como hacemos valer la condición de ser la mayor de las minorías, por ejemplo en la villa de Sherbrooke. Redoblar los esfuerzos organizar la comunidad y luchar por la integración, es el verdadero camino.

REVOLUCION TRANQUILA

Mientras en América Latina, la generación que hoy frisa los sesenta, gastó buena parte de sus imaginarios intentando hacer revoluciones tipo Mao o Che Guevara, en un reducto de América del Norte, en el valle del Saint-Laurent, unos hijos de inmigrantes franceses, lograron la cuadratura del círculo: hicieron una revolución tranquila.

En Junio de 1960, el liberal Jean Lasage, gana las elecciones en el Canadá francés, que hasta entonces era gobernado por una alianza conservadora de propietarios, burócratas anglófonos y la todopoderosa Iglesia Católica.

Es el tiempo del cambio, según el slogan del partido liberal, representante de la mayoría francófona. El fin de la « gran oscuridad » y del laisser-faire duplessista, señalaría un reportero de Toronto que sólo unos días después de la elección hablaría de la « Quiet Revolution », para referirse al cambio que en adelante se continuaría llamando « Révolution tranquille». La transformación de « Quebecers» (en inglés), en « Québécois», en apariencia simple, era mucho más que una sutiliza del lenguaje. El idioma terminaría siendo la base de identidad para cohesionar y transformar la sociedad y auto reconocerse como nación franco parlante en las entrañas de una Norteamérica anglófona.

El acto significó políticamente la entrada a la modernidad, asumiendo una Carta de Derechos y Libertades absolutamente liberal, solidaria y democrática que condujo la secularización de la sociedad.

La iglesia católica con el monopolio Dios, se inmiscuía hasta en lo más íntimo de la vida privada de la gente, atándolas a una sociedad confesional y mojigata. La rebelión fue una respuesta liberal y anticlerical que separó Iglesia y Estado, eliminando todos los símbolos religiosos de los espacios públicos, abriendo la senda a una nueva ética laica.

Económicamente un nuevo Estado Providencia, revitalizado con la nacionalización de sectores estratégicos como la energía, hasta entonces propiedad de los anglos, brindaría una verdadera seguridad democrática a todos los ciudadanos.

Educación básica, gratuita y obligatoria. Créditos-becas para la universidad. Cobertura en salud universal y gratuita. Vivienda, mediante cooperativas a quienes no pueden acceder al sistema convencional. Eliminación de la pobreza garantizando un ingreso mínimo por persona 8 veces mayor que los 2 dólares diarios que define la pobreza en el resto del mundo. Cuarenta y nueve años después de su Revolución Tranquila, mientras América Latina no avanzó en su discusión, un Québec moderno debate hoy sobre el futuro del planeta y cómo ser más tolerantes en una sociedad abierta.

La Comisión gubernamental Boucher-Taylor de « acomodamientos razonables» recorrió todo el país durante 2007, en un evento democrático sin precedentes, para escuchar opiniones sobre cómo debe acomodarse la sociedad y el establecimiento a la realidad de los diferentes tipos de migraciones.

Vivir en una sociedad de comunidades multiétnicas con más poder o más cosmopolita y abierta, donde inmigrantes y lugareños sean cada vez más ciudadanos del mundo, son los nuevos desafíos de esta revolución.

Semejantes apuestas, mientras Venezuela soporta un díscolo, y Colombia un « mama santo» que hace guerra mientras niega un conflicto que desangra el campo. Conflicto que el no menos vacuo de Don Manuel, cree que se originó en el despojo de sus gallinitas y puerquitos.

SE ARMO EL BARULLO !

En 1962, uno de los principales profetas de los tiempos modernos, el sociólogo canadiense Herbert Marshall McLuhan, anunció que dejábamos la galaxia de Gutemberg para entrar a la de Marconi.

Hoy no queda ninguna duda que vivimos en un village planetario, para decirlo con una expresión coloquial de Colombia: “el mundo es un pañuelo”.

La novela más grande de habla hispana, posterior al quijote, es una historia provinciana. Una familia, parodiando al Génesis, se lanza a fundar una nueva aldea. Allí, “las cosas eran tan recientes que no tenían nombres y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo”. Los Buendía terminaron recreando el universo. El mundo, es esa aldea: Macondo.

¿Qué es lo universal, entonces? ¿Dónde queda lo provinciano? La frontera es cada vez más tenue. El mundo de hoy se mueve en escenarios globales y locales en forma simultánea. Lo pequeño es hermoso y al mismo tiempo grande.Los cambios en la comunicación contemporánea son tan especiales que si el medio es el mensaje, según la segunda tesis de nuestro profeta mediático, la forma determinará el contenido y facilitará lo que se quiere decir.

Por eso optamos por un formato multi: Emisora latina, Blogs de temas variados, multimedia diversos, prensa hablada y escrita e interactividad con la clientela, en línea en tiempo real.
Todo esto sin dinero, a punta de talento criollo.

Una mezcla de Gutemberg digital con Marconi numérico, en un contexto de la diversidad, nos permitirá operar desde la utopía (con una sede que no queda en ninguna parte) y ofrecer desde noticulas del particularismo provinciano de Sherbrooke, una pequeña villa del Québec canadiense, hasta los análisis de nuestros colaboradores en Atlanta y Washington.

Aspiramos a cubrir la bacanidad de la Barranquilla carnavalera en el caribe y cómo va la moda en Barcelona, allá tenemos amigas. Santiago de Chile y Alberta, el nuevo dorado de Norteamérica, junto a la fría y lejana Bogotá, también están en la agenda.

Lo multi, también incluye el target: adolescentes, jóvenes, maduros y maduritas; hasta la tercera edad, solamente.

Este sui generis experimento de comunicación es una costosa innovación que la echamos a andar sin el apoyo de grandes capitales, por eso, además de su programación aspiramos a compartir con nuestros usuarios el éxito del proyecto.

Tranquilos, no hay que enviar ningún cheque (todavía) ¿Cómo participar entonces y apoyar el experimento, si les gusta? Sencillo. Utilizando los servicios. Con Radio Bemba, el mas eficiente medio de promoción cuando no se tiene gran capital. Cada vez que usted entra a la página el costo por unidad de nuestro producto disminuye. Entre, invite a sus amigos.

Finalmente, lo más importante. Sin demagogia, este es un proyecto para la gente. Participa, porque la apuesta central de este propósito es armar barullo. Invitamos a todos, a hacerle barullo al que se lo merezca. No importa donde esté.

Diógenes Rosero