samedi 12 juillet 2008

QUÉBEC Y ESPACIO PUBLICO

Según el conocido semanario Francés Le Point, los nacidos en el Québec, son sus felices primos americanos, que han logrado forjar un raro maridaje entre un liberalismo económico competitivo y una gran red de solidaridad social, instalada hace rato en el imaginario colectivo de su fuerte sociedad civil.

Este modelo hibrido que no desdeña la iniciativa individual del “egoísmo económico”, que concibiera Adam Smith, acordó como proyecto de nación (Québec) la búsqueda, con la participación de todos, del bienestar nacional. Lo que refleja la herencia del liberalismo anglosajón y un sentido francés de lo colectivo, en las entrañas del monstruo anglo y al lado del Imperio.

Una de las manifestaciones más importante del modelo, ha sido la fuerte apropiación de la gente del concepto de lo público. Hoy, en pleno verano, este concepto toma una fuerza inusitada y por ello las plazas, parques y todo lugar que permita el disfrute del sol y el goce de la estación, son más de la gente, de ciudadanos que se adueñan de lo que formalmente ya era de ellos.

La multitudinaria fiesta de San Juan Bautista en toda la provincia, el pasado 24 de Junio -paradójicamente el santo patrono de esta nación profundamente laica-, es una manida excusa seudo religiosa para exaltar el nacionalismo quebequense, al tiempo que la gente se toma los espacios publico. Jamás vi tantas banderas patrias (la azul y blanca con la flor de lis) en el concierto de Montreal.

Otro gran festejo (a regañadientes) es el desfile del 1 de Julio por las principales calles de las ciudades del país, en homenaje al día nacional de la federación, al mismo tiempo que en el Québec, la mayoría de la población debe trastearse de residencia. Coincidencialmente este día vencen los contratos anuales de alquiler de vivienda, con lo cual las personas están ocupadas cambiándose de casa, en una suerte de multitudinario anti-festejo del día de Canadá. En mi opinión esta es una forma simpática y bien civilizada de protestar, tomándose las vías de las ciudades con todos los motetes, bajo el pretexto de un candido trasteo de corotos.

Mi primer contrato de arriendo, por ejemplo, fue por diez meses, del primero de Septiembre a treinta de Junio, el segundo del primero de julio al treinta de Junio ¿La razón? Yo no encuentro otra que la complicidad colectiva descrita líneas arriba. Una amiga quebequense “pura lana” a la que le comento el hecho, se niega a creer mi percepción tan perversa de esa simple coincidente mudada colectiva en simultánea. Para ella todo es producto de mi imaginación de novelista frustrado.

Este verano también se festeja el cumpleaños número 400 de la fundación de la ciudad de Québec, por Samuel Champlain un 3 de Julio, pero la guachafita continuará por el resto del mes. La Ville de Québec, la capital nacional es experta en ofertas gratuitas de espectáculos públicos afuera (como se dice aquí).

En su punto culminante, se presentaran la diva quebequense Celin Dion, el célebre Aznavour y un resto de artistas. Buena parte de los eventos en espacios públicos: la plaza, la calle o el parque y en su mayoría gratuitos. Una combinación envidiable de ciudadanos “apoderados” de lo público y alcaldes que estimulan esa participación, garantiza el éxito de los festejos.

En otro informe de la prensa francesa a propósito del 400 aniversario de la fundación de la primera ciudad de Norteamérica, francófona para mayor orgullo de la madre patria, Paris Match calificaba a los lugareños de campesinos con tarjetas de créditos. Me parece una manera puntillosa de aproximarse al asunto. Yo nos los veo así, respetuosamente los admiro por haber construido un modelo de país bastante parecida a lo que en el fondo soñábamos a comienzo de los 70’s muchos aprendices de rebeldes.

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